Sin tiempo más que para la autoayuda

Artículo escrito por Alejandro Di Palma, expendedor de combustibles entrerriano, referente de Estacioneros Autoconvocados.

Cada orden, sistema o jerarquía es el resultado de una correlación de fuerzas disonantes, un equilibrio que quiebra cuando algo extraño entra en la balanza… mantenerse inmóviles, atónitos, esperando que el universo evolucione para nuestro beneficio no es algo natural ni sensato.

La falta de perspectiva del eslabón que componemos (estaciones de servicio) y que participa de la cadena de producción de la energía, explica la soberbia con la que nuestra dirigencia se pronuncia sobre algunos temas que nos trascienden (el barril criollo es uno de ellos), la ilusoria pretensión de que las Empresas Petroleras y su voracidad evolucionen conforme nuestras coordenadas, es infundada.

Si vemos las cosas desde una perspectiva más amplia, somos un sector que ha perdido o nunca aspiró a poseer centralidad o importancia y como tal, sin “poder de negociación”. Quizás es ese el motivo de nuestro trágico derrotero.

Hemos naturalizado la destrucción del sector casi como si nos la mereciéramos, vimos cómo hemos quedado fuera de toda ventaja o subsidio, que el Sector Energético obtuvo de la mano de casi todos los gobiernos que pasaron sin importar las ideologías. Hemos asistido casi con felicidad al espectáculo de la erosión de la “red comercial” que, en definitiva, representa la parte más débil de esta cadena de valor, sin siquiera haber provocado ninguna incomodidad en términos Institucionales.

No hemos sido capaces, como sector, de encontrar Poder ni siquiera en la legitimidad, integridad, compromiso, tolerancia o conocimiento de las necesidades propias. La persistencia, las habilidades de persuasión tanto como la capacidad de análisis, que son también formas de Poder durante una negociación, estas han sido también grandes ausentes en el mérito de nuestra dirigencia y como corolario, todo esto ha tenido un correlato fácil de interpretar, LA CRISIS.

Hoy… otra vez inmersos en otra crisis, la enésima, quizás la más grave de todas y de la cual no hay antecedentes, nuestras ventas se han derrumbado y la colección de datos que caracterizan el dramatismo del evento, en general han surgido como una acción personal tanto, así como las reacciones y reclamos, que pueden ser descriptas en general como acciones transversales y NO institucionales.

Ya pasamos más de TRES meses de una crisis intensa, reitero sin antecedentes y el reclamo por un remedio que atenué el tránsito, ha sido en general una acción NO institucional y en las pocas ocasiones que estos reclamos se han materializado se ha visto la intensión casi convulsiva de incluir los logos de las entidades gremiales que nos representan (o no nos representan), como si se tratara de una “triste estampita de un santo”.

Más de 100 días de un desastre, un cataclismo para nuestros ingresos… todo termina como era previsible en una nueva crisis, incomprensible, edulcorada en un principio con eufemismos, “en razón de las extraordinarias circunstancias de salud pública”, ahora contundente, objetiva. Como la última vez, pero con un lenguaje confuso que no deja claro nada, reparte culpas y extiende una vez más los plazos de una solución, como si el tiempo fuera eterno y no lineal, Aion y no Cronos.

Toda acción de las Empresas Petroleras… dilatorias, pretenden una normalidad que NO existe, atenerse a contratos imposibles de cumplir por cuestiones de “fuerza mayor”, mientras tanto seguimos sosteniendo a nuestro estricto cargo el costo de esta crisis sin que nuestras representaciones interpreten la emergencia, la necesaria urgencia para la administración de un remedio que nos ayude a pasar este mal momento.

Mientras tanto, el único remedio ha sido, la propuesta de “cursos virtuales y encuentros de coaching”, que persiguen perfeccionarnos para un futuro altamente incierto, parecería ser otra bofetada más.

Copiando el mensaje, el estilo, de algunos pastores brasileños, nos llaman a desarrollar una nueva espiritualidad. Detrás de este mensaje motivacional hay un mensaje protocristiano de aceptación de lo inevitable, de tolerancia a la adversidad y un ominoso anuncio de que, en adelante, cada uno será responsable por sí mismo porque ya recibió suficientes lecciones de autocuidado a través de estas conferencias periódicas…

De aquí en adelante todo será bajo nuestra exclusiva responsabilidad…

Alejandro Di Palma

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