El gobernador de Santa Fe pidió congelamiento de precios de los combustibles

Miguel Lifschitz rechazó de plano los supuestos planes del Gobierno nacional de dolarizar la economía o plantear un retorno a la Convertibilidad.

Dijo que las industrias de Santa Fe tributarán 6 mil millones de pesos por el nuevo impuesto a las exportaciones, mientras que pagan 4 mil por Ingresos Brutos, un tributo que la Nación quiere que las provincias eliminen.

Recién llegado de Estados Unidos, donde realizó distintas actividades, el gobernador llegó a Armstrong, para participar del almuerzo organizado por FISFE. El mandatario provincial sostuvo que «el secreto para salir de la crisis pasa por mejorar la productividad del sector privado y del Estado». Sin embargo, dejó otras definiciones, como por ejemplo un pedido concreto dirigido a las autoridades nacionales: para Lifschitz, llegó la hora de que el Gobierno nacional aplique «un congelamiento del precio de los combustibles y las tarifas», como un modo de detener la espiral inflacionaria. También atacó los supuestos planes del Gobierno –filtrados a través del testimonio de un alto funcionario de la administración de Donald Trump a la cadena Fox News- de dolarizar la economía o volver a la Convertibilidad.
«Lejos de una nueva convertibilidad y una dolarización, como algunos quieren instalar, tenemos que recuperar el ahorro en pesos, confiable y para financiar el desarrollo nacional. Y en cuanto a temas de actualidad nacional que se debaten hoy, hay que congelar por un tiempo las tarifas y los combustibles, así como mantener la obra pública», manifestó Lifschitz.
«El secreto para salir de la crisis pasa por mejorar la productividad del sector privado y del Estado con mirada federal y sustentable en el tiempo. No hay desarrollo en la Argentina sin industria; nuestro gobierno está al lado de la industria», afirmó.

Estas manifestaciones del mandatario santafesino, nos traen a la memoria el prolongado congelamiento de precios de los combustibles cuando recién salíamos de la convertibilidad, mientras el resto de la economía transitaba un camino distinto. En el caso de las estaciones de servicio, había que otorgar incrementos de salarios y los costos crecían en forma continua mientras los ingresos se mantenían congelados. Esta fue la peor época que se recuerde para los negocios de expendio de combustibles, en la que cerraron un tercio de las bocas existentes; esto es aproximadamente 2.300 estaciones de servicio que quebraron y unos 25.000 puestos de trabajo que se perdieron. Seguramente habrá que buscar soluciones intermedias; ni precios desenfrenados ni congelamientos irresponsables.

 

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