Vaca Muerta: entre lo posible y lo real – Parte III

Escribe el Dr. Fabián Tobalo, asesor legal de FEC. Presentamos la tercera y última parte de este interesante artículo.

Si hablamos del petróleo. Con el crudo la situación es distinta que respecto del gas, pero no mucho mejor. A diferencia del gas, la demanda interna de petróleo es estable durante todo el año; el crudo no exhibe las limitaciones de transporte y/o almacenaje que afectan al gas natural, y su precio actual está vinculado a la cotización internacional. La posibilidad de acceder con ese producto a mercados internacionales es efectiva y no exige grandes inversiones ni cambios regulatorios importantes.

Por su potencial el reservorio petrolero existente en Vaca Muerta representa la cuarta reserva mundial conocida.

Para ponerlo en contexto, gran parte de la producción local de petróleo crudo es del tipo Escalante (pesado) principalmente procedente de la cuenca del Golfo de San Jorge. La producción del reservorio de Vaca Muerta corresponde al tipo Medanito (liviano). El petróleo de tipo Escalante puede destinarse a la exportación, dado que la capacidad de refinación local está mejor adaptada a los petróleos livianos. Pero sucede que la capacidad de refinación instalada en la República es sustancialmente la misma que hace diez años. No hay nuevas refinerías. Solo se han hecho mejoras o ampliaciones en las plantas existentes (La Plata, Luján de Cuyo, Plaza Huincul –YPF-).

Si bien la producción de petróleo adicional procedente del yacimiento de Vaca Muerta es apta para su procesamiento local, de no mediar una ampliación de la capacidad de refinación, debido a la creciente demanda interna de combustibles, pronto nos encontraremos exportando crudo e importando productos refinados. No es el mejor escenario con miras al mejoramiento de la balanza comercial. No obstante la situación es más promisoria si se la compara con el mercado del gas. No pesan sobre el upstream petrolero las restricciones de transporte, acopio y procesamiento que limitan el desarrollo del gas natural. Por caso, el oleoducto que vincula Neuquén con Puerto San Vicente (Talcahuano, Chile) inactivo al presente, permitiría canalizar envíos de excedentes de petróleo liviano – procedentes del yacimiento de Vaca Muerta- a las rutas marítimas del Pacífico y hacia los mercados asiáticos. Por otra parte, al menos al presente, se constata un alineamiento de los precios domésticos del petróleo respecto de los valores internacionales (referencia crudo Brent), lo que, de proyectarse en el tiempo, alentará las inversiones petroleras orientadas al comercio exterior.

Para graficar el potencial petrolero de Vaca Muerta, se ha estimado, dicho reservorio representa una reserva de 27.000 millones de barriles, lo que no solo aseguraría el autoabastecimiento petrolero doméstico, sino que también permitiría exportar 800.000 barriles diarios, durante veinte años, agregando U$S20.000 millones anuales exportables para el complejo petrolero (Ing. Rabinovich, Rev. Energía y Negocios, agosto de 2018).

Como consecuencia de las dificultades que exhibe el desarrollo del mercado del gas originado en el yacimiento de Vaca Muerta, se ha priorizado la producción de petróleo de ese mismo origen (además, el petróleo posee un valor de exportación 2,5 veces superior al del gas). No obstante, la ausencia de inversiones en el sector de refinación implicará importantes pérdidas de oportunidades en el agregado de valor a las exportaciones del sector.

Algunas conclusiones. Como en otros sectores de la economía, la inestabilidad regulatoria, la protección y estímulo del consumo doméstico y la volatilidad macroeconómica alejan las inversiones directas en rubros exportables. En el caso de la energía, de valor estratégico para el desarrollo de la economía nacional, las consecuencias de la inseguridad jurídica y el populismo llevaron en el pasado reciente a una aguda crisis de balanza comercial derivada de la importación de hidrocarburos que, como se aprecia, existen en abundancia en nuestro subsuelo.

El reservorio de Vaca Muerta, pese a la urgente necesidad de divisas que afecta a nuestra economía, claramente está subexplotado. En la actualidad se cuentan unos 1.000 pozos en explotación, cuando se ha estimado que dicho número, según el potencial del reservorio, podría ascender hasta 26.000 (Secretaría de Energía) o 35.000 (estudio Ricardo Arriazu).

Al ritmo actual de perforaciones, (200 al año), en el mejor de los casos el pleno desarrollo del reservorio insumiría 130 años. Esa proyección advierte sobre una nueva oportunidad que podría perderse. Mucho antes de que transcurra ese plazo, el petróleo y el gas dejarán de tener un rol protagónico en la generación de energía, reemplazados por otras fuentes de energía más eficientes y de menor impacto sobre el medio ambiente.

No solo deben multiplicarse las perforaciones, sino que también la infraestructura anexa a dichos desarrollos, virtualmente es inexistente: instalaciones residenciales, educativas, sanitarias, rutas, vías férreas, gasoductos, oleoductos, refinerías, plantas de licuefacción, instalaciones portuarias, etc. Otro tanto ocurre con la mano de obra calificada. Rápidamente se encontrará otro cuello de botella en materia de recursos humanos.

Pese a todas las reseñadas dificultades, lo hecho hasta ahora en nuestro medio no es poco. Veinte países del mundo poseen recursos hidrocarburíferos no convencionales, solo tres han logrado desarrollar su producción: Argentina, Canadá y Estados Unidos.

Es indudable que las masivas inversiones que exige la adecuada explotación de los yacimientos no convencionales solo son posibles de mediar la plena integración de los mismos al mercado internacional. Por lo demás, su potencial productivo excede ampliamente las necesidades del consumo doméstico. Por ello, si estos recursos no son direccionados hacia el mercado externo, permanecerán sub explotados.

La estabilidad institucional y macroeconómica se presentan como los mayores obstáculos para el pleno desarrollo de esos recursos. La economía argentina sigue siendo una de las más imprevisibles y volátiles del mundo.

El riesgo de demorar el desarrollo de los recursos petroleros existentes en nuestro subsuelo está dado por el desarrollo tecnológico que, -inevitablemente- en el futuro hará obsoletos los hidrocarburos como fuente de energía.

“Ninguna cuestión relativa a la prosperidad de un país está relacionada con cuestiones culturales, con la climatología o geografía, sino que proviene de un factor mucho más tangible: la política económica que dictaminan sus dirigentes” (Daron Acemoglu y James Robinson. Por qué fracasan los países. Buenos Aires. Ed. Ariel 2013)

 

Dr. Fabián Tobalo

Los comentarios están cerrados.