¿Queda futuro para los camiones de gas?

Combustibles ecológicos por decreto, por necesidad o por ciencia.

Afirmar que la electromovilidad es la apuesta de futuro de la UE para el transporte de la segunda mitad del siglo XXI no es decir nada nuevo. Ahora bien, entretanto toca llegar, y no es sencillo cambiar de la noche a la mañana el modelo energético conocido hasta la fecha porque hay que solucionar asuntos de distinta índole: tecnológicos, infraestructuras, planificación, intereses macroeconómicos y políticos.

Por todo ello, y porque quedan muchas cosas por hacer en estas casi tres décadas que nos restan hasta alcanzar el 2050, la presencia de combustibles ecológicos sostenibles, mientras que estén amparados por la legislación vigente, debe adquirir mayor relevancia.

En este “nuevo” escenario juegan, entre otros, los “biogases”. Entrecomillo porque otorgo al término un carácter genérico más amplio que el de biogás. Entremos en materia aclarando algunos conceptos:

  • Los “biogases” son gases considerados renovables por proceder de residuos orgánicos (basuras industriales o domésticas).
  • El GLP es un gas derivado del petróleo compuesto mayormente por propano.
  • El gas natural es gas que se encuentra bajo tierra formando grandes bolsas, y su componente principal es el metano.
  • El biogás (ya sin comillas y en singular) es un gas generado a partir de residuos orgánicos cuyo principal elemento es el metano.
  • El bioautogás es un gas obtenido a partir de residuos orgánicos cuyo elemento predominante es el propano.
  • GNC: gas natural comprimido.
  • GNL: gas natural licuado.

Suelen emplearse como “equivalentes” de manera generalizada los términos metano y gas natural para referirse al combustible que se emplea en automoción, ocurriendo algo similar en el caso del GLP, propano y autogás.

Las fórmulas químicas del metano y del propano son CH4 y C3H8 respectivamente, nomenclatura que comparten con sus respectivos bios. Pero más práctico que el conocimiento de sus denominaciones químicas para el usuario de a pie, es saber que mientras que la densidad del GLP es mayor que la del aire, la del gas natural es inferior.

Esto significa que en caso de fuga, el metano se escapará a la atmósfera, mientras que el propano se acumulará en el suelo, con el consiguiente riesgo en recintos subterráneos. Ninguno de los dos son tóxicos, pero una alta concentración de cualquiera de ellos podría ocasionar la muerte por asfixia al desplazar el oxígeno.

Otra característica importante que los diferencia es su «capacidad para licuarse». Con presiones de 10 bares se consigue el GLP en estado líquido Por su parte el gas natural, con un punto de ebullición de -160º C, se transporta a esta temperatura cuando se trata de GNL, siendo empleado en camiones de gran tonelaje. El GNC se emplea en vehículos más ligeros, aunque sus tanques tienen que soportar una presión de 200 bares.

¿HAY FUTURO PARA EL GAS VEHICULAR?

Lo ocurrido con el precio del GNL, disparado sin freno cuando no pocos transportistas habían realizado potentes inversiones en camiones alimentados por este combustible, ha provocado un daño a la hora de explorar vías alternativas al gasóleo que ojalá no sea irreparable.

En un escenario donde los precios internacionales del gas han descendido de forma notable, parece que motivaciones más geoestratégicas que de otra índole no ayudan a que el precio en surtidor vuelva a la senda de la normalidad.

Mientras tanto, el precio del GLP está vinculado, como no puede ser de otra manera, al de otros combustibles derivados del petróleo como gasóleo o gasolina, que han sufrido un incremento notable en los últimos meses que de momento no va a más.

Pero ojo, el dato importante (no el único) para saber qué futuro les espera a estos camiones «ecológicos» propulsados por «biogases» pasa por ver la evolución del precio de estos (los biogases), pues al igual que sucede con otros biocombustibles, difiere respecto a los tradicionales.

En definitiva, el futuro de los vehículos que emplean biogás o bioautogás dependerá, además del precio del combustible, de la consideración ecológica que se le otorgue legalmente, de la evolución de otras alternativas, de factores geoestratégicos, de la necesidad real de su concurso, y en última instancia (por desgracia) de lo que diga la ciencia.

Fuente: rutadeltransporte.com

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