Opiniones de Jorge Lapeña, presidente del Instituto General Mosconi y José Luis Sureda, ex secretario de Hidrocarburos

El sitio Tres Líneas, recabó la opinión de ambos profesionales acerca del congelamiento del precio de los combustibles

El Ing. Jorge Lapeña, ex  Secretario de Energía y actual presidente del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi manifestó:

En las postrimerías de su gobierno, y movido por la necesidad de asegurar gobernabilidad ante la debacle del peso y la caída de las acciones y títulos argentinos, el presidente Mauricio Macri tomó una de las decisiones más trascendentes de su gestión: el congelamiento de los precios de la nafta y el gasoil por el término de 90 días.

La medida se inscribió dentro de un conjunto de medidas económicas paliativas para amortiguar los efectos de la crisis cambiaria sobre los sectores más vulnerables.

Es muy interesante lo ocurrido con el congelamiento de las naftas y el gasoil, y del petróleo según lo establecido en el DNU 566/19, que mantienen los valores de precio y tipo de cambio vigentes al 9 de agosto.

La medida del Gobierno fue resistida por el empresariado reunido en IDEA, liderada en esta oportunidad por un empresario petrolero; también resistieron los Gobernadores de tres provincias petroleras y por varios intendentes de localidades cercanas a Vaca Muerta. En cambio contó con el apoyo del IAE Mosconi y del Sindicato de Petroleros Privados de Rio Negro Neuquén y la Pampa liderado por el Senador Guillermo Pereyra.

La decisión del presidente se judicializó con planteos ante la Corte por parte de los gobernadores y por parte de la empresa Vista Oil, en el fuero administrativo.

Más allá de estas acciones y declaraciones de los afectados, quedan para analizar en detalle varios temas de cara al futuro. El primero – y más importante- sobre la viabilidad del petróleo de Vaca Muerta ante circunstancias no previstas de baja de precios internacionales que duren más de 90 días como la decidida ahora; por ejemplo, ¿qué pasaría si el crudo se estabilizara en los precios medios de la década del 90, o, más cercano del periodo 2014-2015?

¿Cuál será el futuro del Gas de Vaca Muerta cuando, muy pronto, finalicen los grandes subsidios a la oferta de la Res.46/17? ¿Qué sentido tenía decir que los valores de costo de producción del crudo tenían un “break even” de 35 U$S/b como varias petroleras y el segundo ex Secretario de Energía del gobierno actual expusieron en seminarios –nacionales e internacionales- sobre el tema? ¿autoengaño o mentira lisa y llana?

¿Dónde va a quedar el optimismo de los economistas que estaban atemorizados por el inminente peligro de la “enfermedad holandesa” cuando vean a los petroleros asustados desafiar al Presidente , amenazar con paralizar inversiones en la Emergencia?

Finalmente tengo una gran pregunta: ¿cuál es la representatividad de IDEA para desafiar a un Gobierno que busca equilibrar el barco en medio de la tempestad política y en beneficio de 44 millones de personas? ¡Y no tengo respuesta!

Finalizo diciendo que quizás los ribetes tragicómicos de mucho de lo dicho y hecho en estas dos semanas en este tema lleven a un replanteo de fondo de este proyecto. La vida real es mucho más que un programa de televisión que nos diga y nos repita todas las semanas que Argentina tiene un gran futuro y que Vaca Muerta nos dará más dólares que el campo.

Por su parte el Ing. José Luis Sureda, fue secretario de Hidrocarburos en la gestión del ministro Juan José Aranguren, pero renunció a su cargo por desavenencias con este.

Desde la desregulación de la actividad petrolera, en no pocas oportunidades fue necesario adoptar medidas de emergencia. Y la industria y las autoridades siempre fueron capaces de arribar a un consenso para atender la situación.

El Decreto de Necesidad de Urgencia 566/19 es una reacción intempestiva, visceral, a una situación que se repitió tres veces en el último año.

Pero esta vez el gobierno prefirió apelar a una suerte de castigo, tanto a las provincias como a la actividad privada.

El DNU no solo es contrario al espíritu de la industria, que jamás negó la necesidad de actuar frente a la crisis. También es una afrenta a las provincias petroleras porque desafía el futuro de la actividad sin permitir el diálogo que debe primar en toda democracia y, aún más, en los momentos difíciles.

Tomando como ejemplo a Neuquén, la provincia ofreció alternativas superadoras a la prepotencia del DNU, sabedora del poder destructivo del mismo. Es que este ni siquiera plantea una salida para el día 91, en un momento político que hoy aparece como incierto. Y facilita acciones futuras del mismo tenor.

No es saludable que, para solucionar un problema, haya que poner en riesgo la continuidad del único proyecto transformador de su matriz económica y social que tiene hoy por hoy nuestro país.

El 12 de agosto Neuquén fue el escenario para el precoloquio IDEA Vaca Muerta. Fue una suerte de presentación ampliada para el mundo empresarial del principal proyecto económico del gobierno nacional. Tras el temblor de las PASO y el congelamiento de los combustibles, que puso un techo al barril de crudo, el cruce entre el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, y Guillermo Nielsen, uno de los asesores de Alberto Fernández, mutó de anécdota a una condena verbal.

Lopetegui, en el panel del que también participó el petrolero Guillermo Pereyra, chicaneó a Nielsen preguntándole si algunas de sus propuestas podían aplicarse dentro del capitalismo. Esa intervención desató el segundo aplauso cerrado del auditorio. El primero de los reconocimientos llegó cuando un asistente del público lo interrumpió para felicitarlo y compartir con el auditorio que su empresa, tras 45 años, había decidió invertir 5 millones de dólares (“todo lo que teníamos”, dijo) por las condiciones de mercado. Meses después el Estado intervino el mismo el sector y fijó los precios. Fue el mismo Nielsen quien se lo recordó a Lopetegui y devolvió los favores.

 

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