Fuente: diario La Nación
El campo se mueve y lo hace con gasoil. Combustible clave para el sector, sufrió aumentos de entre el 34 y el 40% con respecto a abril de 2017, según datos de entidades rurales como Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Coninagro y la Sociedad Rural Argentina (SRA). Mientras algunos productores buscan solventar el costo con canjes de granos con petroleras o acopios, o recurren al financiamiento de entidades bancarias, los más perjudicados por los incrementos son los contratistas rurales para quienes el combustible es un insumo clave para prestar el servicio de siembra y cosecha.
Desde que comienza el círculo hasta que se cierra, esto es la siembra, fertilización, pulverización, cosecha y transporte, el gasoil está presente en todas las labores del productor. Con común o premium, desde marzo pasado la cosecha gruesa es la que más insume el combustible, por el tipo de trilla, sobre todo de maíz. Le siguen, en litros consumidos, la siembra y la pulverización. A las entidades les preocupa la seguidilla de subas. Para CRA, hubo un incremento interanual del 40%. Lo calculó con datos del surtidor. En tanto, allí estiman que desde la desregulación del mercado, en octubre de 2017, se registró un aumento acumulado del 30%. «De mantenerse estos guarismos, en dos campañas llegaríamos a un gasto extra de $14.100 millones. El 63% de este número corresponde a la carga impositiva, como conceptos no gravados, IVA, ingresos brutos e ITC, valor que asciende a los $8890 millones», señaló Matías Lestani, responsable del Departamento Económico de CRA.
Según Coninagro, la suba fue de un 36,8% de acuerdo a la información del Ministerio de Energía, con leves diferencias en el interior del país. «Dicho incremento se produjo mayormente en los primeros meses de este año», explicó Silvina Campos Carlés, asesora económica de la entidad.
Carlos Iannizzotto, presidente de Coninagro, reclamó que haya gradualismo para este costo. «Pedimos gradualidad; hay que generar políticas diferenciadas y opciones financieras para amortizar el impacto de la regulación de las tarifas y el costo energético. Desde la entidad estamos trabajando en una ley de economías regionales para establecer qué políticas diferenciales se deben aplicar a los pequeños y medianos productores, a los que están lejos del puerto, etc. El Estado nos pide que seamos eficientes, nosotros también le pedimos eficiencia», dijo.
Cálculos
En línea con las distintas estimaciones, el Instituto de Estudios Económicos y Negociaciones Internacionales de la Sociedad Rural Argentina (SRA) calculó que el precio en un año aumentó 34%. Subió de $17,78 a $23,82 por litro.
«El incremento del gasoil es el factor que más influye en el aumento de los costos de fletes y labores», indicó Gonzalo Bosch, productor de Pehuajó. Agregó que un día de trabajo de trilla de maíz de una cosechadora y un tractor con monotolva puede llegar a consumir hasta 500/600 litros. «El gasoil influye mucho en los prestadores de servicios. Al contratista el combustible le representa el 20% de su costo total», señaló.
Jorge Scoppa, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma), coincidió. «Para el productor que no estuvo afectado por la sequía, la situación es distinta porque los granos -tanto soja, maíz o girasol- tienen buen precio. Para el contratista la situación tiene otro enfoque. Facma publica una lista de precios orientativos de servicios donde el gasoil incide en gran proporción en el costo total del trabajo. Si cobra esa lista, está cubierto, pero en el caso de acordar un precio menor la incidencia del valor del combustible termina incrementándose y disminuye sus ingresos finales», expresó Scoppa.
Scoppa recordó que el valor del gasoil se rige por el precio internacional y que la Argentina no escapa a ese contexto. «Si hubiese sido un año normal no sería problema, el tema es lo que influyó la sequía en los rendimientos. Un equipo de cosecha de maíz (máquina de entre 300 y 350 hp y un tractor) con diez horas de trabajo en promedio gasta 750 litros. Cada contratista tiene su proveedor y lo paga con cheques a 15 o 20 días, o con tarjetas de bancos con mayores plazos para el pago», sostuvo.
Agrícola Testa es un ejemplo. La empresa brinda servicios en la zona de Pergamino. Siembra más de 4500 hectáreas, cosecha en 6000, pulveriza 16.000 y arrienda 850. Marcelo Testa, uno de sus dueños, explicó que el precio del combustible no perjudica tanto al productor como sí al contratista. «Tuvo un impacto muy fuerte en el precio de los labores. Mientras que en una siembra se consumen en promedio 10 litros por hectárea contemplando camioneta y dos tractores, en una cosecha todo el equipo consume 14 litros. El servicio de pulverización en cambio consume aproximadamente 1,20/1,30 litros por hectárea», precisó.
Qué hacer
¿Se puede hacer algo frente a las subas? Para Lestani, «algunos productores empiezan a utilizar el biodiésel de autogeneración o agudizan el ingenio con canjes de grano para alivianar las cargas impositivas».
«Los grandes perdedores serán los productores más vulnerables, aquellos que tienen que transportar su grano hasta las áreas de comercialización (en algunos casos a 1000 kilómetros) o los que utilicen el insumo en forma constante y no puedan prescindir de él, como las economías regionales o los tambos», explicó el integrante de CRA.
Jorge Solmi, coordinador de la provincia de Buenos Aires de la Federación Agraria Argentina (FAA), contó que Agricultores Federados Argentinos (AFA) vende gasoil con un valor diferencial «interesante» cuya demanda «ha crecido enormemente». Al respecto, Mateo Girart, productor de Arrecifes, explicó: «El precio que tiene la cooperativa AFA es sustancialmente menor al del surtidor, muy parecido al mayorista. Por el gasto en gasoil, en la Argentina es imposible regar y, gracias a Dios, tenemos la siembra directa. Del 30 al 40% del costo de las diferentes labores agrícolas pertenecen al combustible. El gasoil no sería tan caro si no fuera por la cantidad de impuestos que tiene adentro: dos tercios de su precio son carga impositiva».
Leandro Carloni es contratista en el norte argentino, Santa Fe y Buenos Aires. Trabaja con seis cosechadoras y dos camiones para el transporte de la maquinaria. «Tengo que traer la cosechadora desde Salta hasta Bahía Blanca. Para comprar gasoil utilizo financiamiento de bancos a 180 días. En la cosecha de trigo debo gastar para unas 5000 hectáreas unos 50.000 litros. Al año consumimos 150 mil litros aproximadamente y me quedo corto», señaló.
El transportista Cristian Copp, dueño de dos camiones en Sáenz Peña, Chaco, acotó: «El flete vale lo mismo que hace tres años y el gasoil viene de suba en suba. Aquí se pagan $200 hasta 100 kilómetros por tonelada y para mover un camión necesito de 40 a 45 litros de gasoil cada cien kilómetros. No es negocio, me quedan libres unos 100 mil pesos por mes con una inversión muy grande circulando en la calle». Copp añadió que el precio en su zona ronda los $25 el litro para el gasoil común y casi $30 el premium.
En otros cultivos, como caña de azúcar, una cosechadora que trabaja 20 horas al día (con cuatro de mantenimiento, cambio de cuchilla, chofer y otras tareas) consume unos 35 litros por hora: en promedio, 700 litros por día. Carlos Puente, presidente de Pueble, concesionario de Case IH en Tucumán, explicó que «el consumo depende de la potencia del motor de la cosechadora. Las de caña rondan los 340 y 370 caballos de fuerza».
Opciones para el productor
En la petrolera YPF explicaron que el consumo de gasoil del sector agrícola durante 2017 fue de dos millones de m3 sin incluir el flete largo. La empresa comenzó con su canal de ventas YPF Directo en 2009 y hoy cuenta con 105 distribuidores donde se pueden canjear granos por combustibles, lubricantes, fertilizantes, fitosanitarios, silobolsas, semillas e inoculantes.
«En 2017, el negocio del agro aumentó 6,5% sus ventas de gasoil respecto de 2016», explicó Marcos Capdepont, gerente de negocios Agro de YPF. «El precio mayorista contado se posiciona en promedio hasta un 5% por debajo del valor del surtidor: se aprovecha el 100% del IVA y se ahorran costos transaccionales», afirmó.
Por su parte, Shell brinda un servicio a los productores a través de su canal de distribuidores, revendedores de combustibles y Shell Gas, y cuenta con estaciones de servicio donde vende directo al productor. Además, otorga asesoramiento como análisis de lubricantes y ayuda para la administración de stock, y es proveedora de cooperativas que redistribuyen sus productos entre asociados.
Axion Energy Agro opera con canje de granos como medio de pago: ofrece gasoil y lubricantes con entrega directa de productos en los lotes. Además, cuenta con acuerdos con tarjetas de crédito apuntadas al agro para generar financiación en la compra de combustibles y lubricantes.
Los números del combustible
3 por ciento
Aumentó YPF a principios de este mes los precios de referencia promedio en el país. En la ciudad y el Gran Buenos Aires el D500 pasó a $22,06, mientras que su modelo premium, Infinia Diesel, llegó a $25,70.
6,5 por ciento
Mientras que el mercado nacional de gasoil no creció en 2017, en el segmento de consumo agrícola se registró un incremento del 6,5% en las ventas interanuales, explicó Marcos Capdepont, gerente de negocios Agro de YPF.
750 litros
Es la cantidad de combustible que puede llegar a consumir, en promedio, un equipo para la recolección de maíz (máquina cosechadora de entre 300 y 350 caballos de fuerza y un tractor) en diez horas de trabajo.
1000 kilómetros
Suele ser la distancia que recorre la producción de las zonas más alejadas de los puertos. El alto costo del flete afecta principalmente a las economías regionales ubicadas en Jujuy, Salta y Tucumán, por ejemplo.
45 litros
De gasoil necesita un camión cada 100 kilómetros. Cristian Copp, dueño de dos vehículos en Sáenz Peña, Chaco, afirmó: «El flete vale lo mismo que hace tres años. Aquí pagan $200 hasta 100 kilómetros por tonelada».
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