EE.UU. subsidia con 31 mil MDD al año a empresas de combustibles fósiles

La cifra, que se ha duplicado desde 2017, pone en duda los compromisos climáticos del país y evidencia la persistente influencia de las corporaciones energéticas en la política nacional.


Un análisis de Oil Change International reveló que Estados Unidos otorga alrededor de 31 mil millones de dólares anuales a la industria de combustibles fósiles a través de distintos mecanismos fiscales y financieros.

Según el estudio, gran parte de estos apoyos proviene de exenciones tributarias, créditos para captura de carbono y reducciones en regalías de explotación. Aunque suelen justificarse como incentivos a la innovación, en la práctica mantienen vivo un modelo energético altamente contaminante. El informe advierte que, de mantenerse, estos subsidios se convertirán en una de las principales barreras para la transición hacia energías limpias.

Subsidio a empresas de combustibles fósiles: una práctica en aumento

El subsidio a empresas de combustibles fósiles en Estados Unidos no solo se ha mantenido, sino que ha crecido en los últimos años. El informe detalla que, pese a la promesa de Joe Biden en 2021 de eliminar estos apoyos, las disposiciones fiscales vigentes continúan favoreciendo a la industria. De hecho, la llamada “megafactura” firmada en la administración Trump agregará 4 mil millones de dólares anuales a los beneficios del sector durante la próxima década.

Entre los mecanismos destacan la ampliación de créditos para captura de carbono y la reducción de regalías para la explotación de petróleo, gas y carbón en tierras públicas. Aunque presentados como estrategias de mitigación, en la práctica funcionan como herramientas para prolongar la dependencia de energías fósiles.

El estudio subraya que estas políticas resultan difíciles de medir con precisión, ya que muchas se encuentran ocultas en disposiciones fiscales técnicas. La falta de transparencia gubernamental impide dimensionar la magnitud real de los recursos canalizados hacia estas industrias.

Esta opacidad refuerza la influencia de las grandes petroleras en la toma de decisiones y genera un círculo vicioso: más subsidios significan más poder económico y político para frenar regulaciones que limiten su impacto ambiental.

Impactos económicos y sociales de los subsidios

El informe concluye que las empresas de combustibles fósiles reciben retornos de inversión de hasta 30,000% gracias a los subsidios, una rentabilidad que difícilmente encontrarían en otros sectores. Este beneficio extraordinario se concentra en accionistas e inversionistas, mientras que los costos ambientales y sociales recaen sobre la ciudadanía.

El costo de oportunidad es considerable. Redirigir estos fondos a programas sociales podría transformar la vida de millones de personas. Según el análisis, permitiría financiar beneficios alimentarios SNAP para 3 millones de familias cada año, instalar paneles solares en 54 millones de hogares en una década o incorporar a 3 millones de niños al programa Head Start de educación temprana.

Estos escenarios ilustran cómo los subsidios no son una cuestión meramente contable, sino decisiones políticas que definen qué sectores reciben apoyo con recursos públicos. En este caso, se privilegia a una industria contaminante sobre programas con impacto directo en el bienestar de la población.

En palabras de Collin Rees, autor principal del estudio, “los subsidios son declaraciones políticas sobre lo que elegimos apoyar como país”. Su permanencia refleja una visión anclada en el pasado energético, en lugar de un compromiso con el futuro sostenible.

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