¿En qué se convirtieron las viejas estaciones de servicio de Bahía Blanca?
La situación que se da en la ciudad de Bahía Blanca podría estar describiendo la realidad de cualquier otra localidad del país: el problema de las estaciones de servicio que dejan de funcionar
Algunas se transformaron en cocheras, otras en lavaderos y varias en sitios abandonados.
“Donde mi caballo pisa no crece hierba”. La frase, atribuida a Atila, rey de los Hunos, daba cuenta de lo que significaba el paso de este hombre y su gente por las tierras conquistadas.
En otra escala, doméstica y de paz, algo similar ocurre en parte con las estaciones de servicio, que una vez que dejan de operar desocupan un terreno que pareciera inutilizable o que, al menos, exige una inversión de dinero tan importante que dificulta su puesta en uso nuevamente.
Nuestra ciudad es testigo de este tipo de situaciones, más allá de que no siempre las circunstancias son las mismas y que en algunos casos entran en juego otras causas por las cuales el lugar queda abandonado. Varias esquinas estratégicas donde por décadas funcionaron estaciones esperan hoy encontrar su destino.
Hace diez años, una vecina del barrio porteño de Villa Urquiza debió abandonar su vivienda por un persistente olor a gas. Metrogas y Bomberos detectaron en el lugar altos valores de toxicidad por hidrocarburos.
En el lugar había funcionado una estación de servicio. Desde entonces está en “análisis de riesgo” por su nivel de explosividad.
“En las estaciones de servicio, los tanques y cañerías donde se almacenan y circulan hidrocarburos muchas veces tienen pérdidas. Eso deriva en filtraciones hacia el suelo y contaminación”, describe un especialista.
En nuestra ciudad ocurrió algo similar en la zona del teatro Municipal, cuando el olor a combustible llevó a la clausura de la estación de Alsina y Alem. Las pérdidas habían contaminado suelos y napa, y hubo que realizar obras de remediación para volver a habilitar el negocio.
Los hidrocarburos son residuos peligrosos y existen pocas empresas habilitadas para su tratamiento. La remediación consiste precisamente en retirar la tierra contaminada a un relleno habilitado.
Si la contaminación afectó la napa es más complicado de solucionar, porque exige retirar agua en camiones especiales hasta tanto se encuentre el líquido en condiciones.
Casos diversos
En nuestra ciudad han cerrado en las últimas décadas una docena de estaciones, muchos de cuyos terrenos se mantienen sin uso. No se trata en todos los casos de contaminación del terreno, aunque la mayoría de los futuros usuarios deberán gestionar los certificados que habiliten el terreno para nuevos usos.
Un caso de rápida resolución fue el de Yrigoyen y San Martín, una Shell que, luego de 70 años de operatividad, cerró en 2006. En el lugar se construyó un edificio en planta baja para alojar locales comerciales.
Algo similar ocurrió en Brown e Ingeniero Luiggi, donde el cierre de una Esso derivó en la construcción de un inmueble para servir a una agencia de automóviles. Son dos modelos de resolución favorable.
Pero existen otros, los que llevan años en desuso, con un claro aspecto de abandono y, en la mayoría de los casos, con un cerco precario, de chapa, que no hace sino aumentar esa impresión.
Ejemplos: Saavedra y avenida Colón. La céntrica esquina lleva 15 años sin destino, con un cerco de chapa que no cumple con las normativas, ya que no hay obra alguna que justifique que ocupe la mitad de la vereda. Hace tres años el propietario confirmó el inicio de un edificio en altura. No pasó de ese comentario.
No menos abandono presenta la esquina que ocupara otra Esso, en Almafuerte y Charlone, con más de diez años de desocupada. La misma se ha convertido en un baldío que además genera un esquina donde la gente se ha acostumbrado a dejar residuos, como si fuera un lugar natural donde hacerlo. Ha crecido, además, una densa vegetación que supera en altura un maltrecho cerco.
También sin uso está el terreno de Vieytes y Cuyo, que tiene un destino por demás inapropiado, como depósito de autos. El de avenida Colón y Don Bosco fue reconvertido en estacionamiento y en lavaderos los de Almafuerte y Patricios y Chiclana y San Luis.
A diferencia de algunos edificios sin uso a los cuales la ruina vuelve cada día más difícil de reutilizar, estos terrenos desocupados mantienen su potencial a partir de estratégicas ubicaciones.
Obras son amores
Hoy las estaciones de servicio funcionan como puntos de atención las 24 horas y con constante concurrencia de vehículos, lo cual ha derivado en que amplíen su oferta, con mercados y lugares de comida.
La arquitectura de estos sitios se ha centrado en generar una imagen de logos y colores, simple de identificar, con una base común de grandes aleros sobre las islas de despacho y edificios de volúmenes claros y vidriados.
Lejos están estos diseños de las primeras estaciones, resueltas en líneas art déco o con el pintoresquismo de atractivos chalets.
Fuente: La Nueva
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