¿El barril criollo implica desabastecimiento?

La Cámara de Empresarios de Combustibles del Córdoba (CECC), distribuyó entre las estaciones de servicio de la ciudad mediterránea un comunicado sobre el tema del título.

En las últimas semanas, algunos dirigentes de cámaras empresariales de la actividad de estaciones de servicio, han comenzado a agitar el fantasma del desabastecimiento de combustibles como consecuencia de la instauración del precio sostén del petróleo, o barril criollo. Argumentan que dicho precio fijado por el gobierno podría perjudicar a productores y/o refinadores hasta el punto en que no les conviniera seguir produciendo y de tal manera habría faltante de naftas y gasoil.

Realmente resulta difícil entender ese razonamiento, teniendo en cuenta que el precio sostén es una ayuda para ambas actividades (producción de petróleo y refinación), manteniendo los precios de los combustibles, los que de otra manera hubieran bajado.

¿Por qué se benefician las empresas productoras de petróleo con el barril criollo? Muy simple; en un esquema desregulado deberían vender el petróleo a US$ 35 (precio internacional del barril Brent tomado como referencia en nuestro país) y ahora lo venderán 10 dólares más caro: US$45. Las refinadoras por su parte obtendrán un margen bruto de  refinación de US$ 33,30 por barril, lo que implica una suba en dólares del  34,5% respecto al promedio 2006-2019 (últimos tres períodos gubernamentales) y 8,8% superior al último período gubernamental (2015-2019). Su situación claramente mejora.

¿Por qué entonces podríamos temer que productoras o refinadoras dejaran de producir? Si esto ocurriera no sería seguramente por el barril criollo.

Quizás la excepción podrían ser importadores que hubieran estado importando naftas y gasoil a precios internacionales baratos (referenciados a un petróleo de US$35), vendiéndolo en nuestro país a precios más caros, o refinadores que hubieran estado comprando petróleo a precio internacional baratos, para luego elaborar combustibles a los precios más caros vigentes en nuestro país. En ambos casos el precio plus, que pagan los consumidores no hubieran servido para salvar a las empresas productoras de petróleo de nuestro país, sino para que esos importadores (de ser así), obtuvieran una rentabilidad extra.

En otras palabras no se entiende el presagio intranquilizador de los dirigentes que anuncian posibles problemas de abastecimiento.

En relación a las estaciones de servicio que nuestra cámara representa, debemos decir que el barril criollo evitó la muerte súbita de la gran mayoría de las bocas de expendio (vía baja de precios) en el marco de una disminución de las ventas del 70%, pero no las libró de la agonía por la que están pasando.

Nuestra dinámica empresarial es muy simple y con muy pocas opciones: compramos el combustible al precio que establecen las refinadoras o importadoras y lo vendemos un 9% más caro). Pagamos el producto antes de  recibirlo y vamos recuperando el dinero en los siguientes días, e incluso en las ventas con tarjeta de crédito (40% o más del total), unos 15 días después y con una merma del 13% de nuestro margen bruto en concepto de comisión a los bancos.

Nuestra principal erogación son los salarios (70% del total), la que crece al mismo ritmo que la inflación o aún mayor. Por lo tanto si el precio de los combustibles sube menos que la inflación, eso genera una baja o incluso desaparición de nuestra rentabilidad.

Los precios se encuentran congelados desde diciembre y por lo tanto nuestros ingresos por cada litro vendido también (con ventas ínfimas) y aparentemente van a seguir así varios meses más. En ese lapso, los salarios ya se han aumentado en más de una ocasión lo mismo que los costos generales. Por lo tanto necesitamos ayuda para subsistir.

 

Raúl Castellano                                                       Leonardo López                                            Secretario                                                                  Presidente

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