¿Aprenderemos algo de lo que pasó con las estaciones blancas?

La situación por la que pasa ese sector de la actividad del expendio de combustibles seguramente se normalizará pronto, pero no debería olvidarse tan fácilmente.

La semana próxima vence el plazo de vigencia del DNU 566/2019 que estableció el congelamiento de precios de los combustibles por 90 días. En ese lapso se produjeron dos excepciones en septiembre (aumentó 4%) y el primer día de noviembre (aumentó 5%), por lo que quizás no debería haberse hablado de congelamiento sino de precios regulados.

Todavía no se sabe exactamente cómo será la salida de esa situación, habida cuenta de que según petroleras y gobierno, habría que recuperar un atraso en los precios del orden del 15%. Desde hace varias semanas se habla de que dicho porcentual se aplicaría en dos o tres tramos antes de fin de año, aunque no está totalmente descartado un incremento de una sala vez del 15%.

Terminada la recuperación de precios, las cosas volverán a encarrilarse para las estaciones de servicio. Pero para un sector de la actividad del expendio de combustibles el daño causado habrá sido brutal; me refiero a las estaciones de servicio blancas que quedaron fuera del sistema, desatendidas por gobierno y petroleras y prácticamente ignoradas por todos. El gobierno dirá y con razón, que las normas dictadas no discriminaban a las bocas blancas y las petroleras dirán, también con razón, que no están obligadas a abastecer a las estaciones de servicio con las que no están ligadas contractualmente; pero lo cierto es que las bocas sin bandera quedaron en el purgatorio. Algo falló.

El perjuicio económico habrá sido enorme y quizás algunas no logren recuperarse.

Lo ocurrido a las estaciones blancas debería llevarnos a reflexionar acerca de la vulnerabilidad de la actividad de los estacioneros, con costos fijos muy elevados, una carga impositiva enorme y necesitados de mantener volúmenes de venta estables para no tener resultados negativos.

Hoy les toca a las bocas sin banderas, pero no hace mucho pasaron por  una situación similar las estaciones de servicio que operaban con la bandera OIL Combustibles; en aquel momento quedaron como rehenes de una situación que les era totalmente ajena, pero eso no evitó que tuvieran que pagar los platos rotos pasando por situaciones de incertidumbre y pagando costos económicos.

Hay un antiguo refrán que dice: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar” o dicho de otra manera, lo que le pasó a los estacioneros de OIL y luego a los blancos, mañana puede ocurrirle a cualquier otro grupo por cualquier otro motivo. La situación de los estacioneros sigue siendo bastante vulnerable.

 

 

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