Luces y sombras de la política energética del gobierno
Transcribimos la primera parte de la editorial de Ing. Gerardo Rabinovich, Director de la revista Proyecto Energético y vicepresidente segundo del Instituto Argentino de la Energía, General Mosconi.
Está finalizando la primera experiencia de Cambiemos como fuerza política gobernante, en una situación económica a la que no se le puede restar dramatismo: alta inflación, y caída del PBI (la tan temida stangflation) sin poder dominar las principales variables macro económicas, como el tipo de cambio, el déficit fiscal y la balanza comercial. Los errores en las políticas económicas no se pueden disimular. La promesa de reducir la pobreza no se ha cumplido, y es quizás la materia pendiente más apremiante que se deberá afrontar en el próximo gobierno.
Sin embargo, también se pueden destacar logros en campos insospechables al inicio de la gestión, entre los que se destaca la capacidad de gobernar siendo una fuerza política minoritaria en el Congreso, asegurando el funcionamiento de las instituciones y transparentando la gestión del Gobierno, principalmente con la normalización del INDEC y el cumplimiento de metas relacionadas con la construcción de infraestructura vial y sanitaria en todas las provincias del país, que son muy visibles en la Ciudad de Buenos Aires, en el conurbano y en la provincia de Buenos Aires.
El sector energético comenzó la gestión con un diagnóstico acertado, buscando normalizar el funcionamiento institucional quebrado por la gestión de gobierno de Cristina Kirchner, pero su principal carencia consistió en no blanquear la pesada herencia recibida y haber empleado un tratamiento equivocado, pese al buen diagnóstico, sin coordinación con las políticas macro económicas instrumentadas en otras áreas del mismo Gobierno.
La rotación de funcionarios en el área ha sido una fuerte demostración del desconcierto del gobierno para gestionar el sector energético, y las serias dificultades que las malas decisiones de los funcionarios de turno causaron tanto a la imagen del gobierno (eliminación poco acertada de subsidios a las tarifas, idas y vueltas con la tarifa social), como a su gestión (subsidios a la oferta, diseñados sin límites y que tuvieron que ser recortados ante la imposibilidad de continuar con los mismos, luego del acuerdo con el FMI).
Pero también el sector energético mostró logros importantes, en materia de abastecimiento eléctrico se acabó la emergencia, mejoraron los indicadores de calidad de servicio en el área metropolitana, arrancó la producción de petróleo y gas no convencional en Vaca Muerta marcando un punto de inflexión a la caída continua en la producción petrolera de los últimos 20 años, entraron en operación centrales de energía renovable no convencional, eólicas, solares, biomasa, pequeñas hidroeléctricas superando este año los 1000 MW de capacidad instalada, y con datos concretos que durante 2019 y 2020 este sector va a seguir creciendo.
En el ámbito institucional se normalizaron los Entes Reguladores de Gas y Electricidad, nombrando a sus Presidentes y Directores por concurso público como lo establecen las leyes de marco regulatorio, se normalizaron las tarifas de servicios públicos de transporte y distribución de gas natural con las Revisiones Tarifarias Integrales (RTI) que restablecieron las relaciones contractuales entre el Estado y las empresas y devolvieron rentabilidad y capacidad de inversión a estas.
En síntesis, un balance gris con avances y retrocesos pero que marcó un punto de inflexión con la gestión kirchnerista devolviendo algo de racionalidad a las decisiones energéticas. Sin embargo, todavía no salimos del muy corto plazo y falta una visión política racional de hacia donde debemos orientar el sector energético para que cumpla su función de proveer un suministro confiable y al mínimo costo posible, optimizando los beneficios de productores y consumidores.
El mundo está cambiando, y el sector energético es quizás, con la tecnología informática, uno de los vectores principales de ese cambio. Múltiples son los beneficios de subir a ese tren en marcha y para ello debemos continuar por el camino iniciado en el 2015 y corregir los graves errores cometidos. El documento de base de los consensos de los ex Secretarios de Energía y firmado por un amplio abanico político tiene materias pendientes.
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